El Estrés Laboral, Trastornos Del Sueño Y Como Gestionarlo
La presente tesis de grado se enmarca dentro de los aportes de la Psicología del Trabajo, área circunscripta en el Plan de Estudios de la Carrera de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, Argentina y abarca las incumbencias del psicólogo en el área laboral.
El trabajo representa aproximadamente el 70% de nuestra vida útil y es una de las actividades más importantes que realiza el ser humano a lo largo de su existencia. Estructura el tiempo y organiza el ciclo vital de las personas promoviendo la socialización, facilitando el sentido de pertenencia y moldeando la identidad de las mismas. A su vez, promueve el status y el prestigio social, trasmite normas, creencias y expectativas sociales y la mayoría de las veces procura el acceso a bienes de consumo y la satisfacción de las necesidades básicas.
Si bien en el lenguaje cotidiano las personas generalmente llaman trabajo a aquel que provee una retribución económica, en realidad se estaría hablando estrictamente de lo que se denomina empleo ya que el trabajo es un constructo complejo que abarca mucho más que este único aspecto. Cabe destacar que muchas de las compensaciones que surgen del trabajo son sociales y psicológicas y no implica necesariamente el dinero de por medio.
Si tomamos al trabajo desde una perspectiva psicológica se puede afirmar que este promueve la autorrealización personal y el alcance de oportunidades para desarrollar habilidades y certezas. Es considerada una de las actividades que da sentido a la vida e influye totalmente en la autoestima de las personas.
Por otro lado, Dejours plantea que este término implica una dimensión subjetiva y una dimensión intersubjetiva, siendo en esta última donde se puede ubicar la necesidad del reconocimiento, de expresiones que validen los logros obtenidos. Los nuevos enfoques sobre la motivación dan cuenta que esta va mucho más allá de lo extrínseco, lo económico, lo material y que hoy en día los factores intrínsecos tales como los intereses, las expectativas, los deseos y las variables emocionales en general, ocupan un papel fundamental. Como dice Bauman hoy en día hay una necesidad de gratificación instantánea por lo cual este concepto resulta fundamental.
Cuando las personas trabajan con motivación y son conscientes de que se reconoce su esfuerzo en el trabajo son capaces de obtener mejores resultados y desempeñar mejores roles. Tal como se expone en el enfoque social cognitivo de Albert Bandura los individuos son más eficientes y exitosos en aquellas tareas en las que obtienen resultados valorados positivamente y cuando creen que tienen la capacidad para realizar las actividades necesarias para alcanzar logros. Esto se obtiene es gran medida mediante el reconocimiento.
Cuando se ingresa a un trabajo, se ponen en juego una serie de expectativas que influyen fuertemente en lo que va a ser el desempeño laboral. Pero no solo el trabajador las tiene, sino que también se pueden ver en la empresa que decide contratar a alguien. Estas expectativas son nombradas por Shein como contrato psicológico. El autor aclara que es fundamental que haya una renegociación constante para evitar todo tipo de malentendido porque este se va modificando con el tiempo a medida que cambian las necesidades tanto de la organización como las del individuo.
Es indispensable que el trabajador sepa que se espera de el para poder desempeñarse de manera adecuada por lo que es sumamente necesario que este contrato psicológico se ponga en palabras para evitar cualquier tipo de situación de tensión, ansiedad y sufrimiento psíquico.
Otro de los conceptos que resulta esencial a la hora de hablar de trabajo es el de modelos mentales. Senge plantea que este concepto influye directamente en como entendemos el mundo y como actuamos en él. Están presentes en todo momento y definen como las personas interpretan e interactúan con el resto. Se podría decir que son los anteojos mediante los cuales ven el mundo por lo cual van a definir y explicar el porqué de las acciones de los individuos. Estos modelos se construyen a partir de nuestras relaciones, orientaciones, idiosincrasia como país, religión, etc. y pueden variar a lo largo del tiempo.
Está claro que los tiempos han cambiado y que el trabajo de antes no es el mismo que el de ahora. Bauman va a nombrar al trabajo y al trabajador de principios y mediados del siglo XIX como pertenecientes a un contexto de modernidad sólida, mientras que a finales del siglo XIX hasta el día de hoy ocurre un pasaje hacia una modernidad liquida. ¿Pero porque ocurre esto?
En la modernidad sólida la naturaleza del progreso era acumulativa y este estaba asociado con la confianza en sí mismo permitiendo el diseño de forma meticulosa de un destino esperado. Reinaba la sensación de tener todo bajo control y había una mentalidad y horizonte a largo plazo por lo que todo era más predecible. Si una persona ingresaba a una empresa, lo más probable era que estuviera toda su vida allí e incluso se esperaba que la organización incluyera a las generaciones siguientes.
Pero las cosas se fueron modificando y ocurrió el cambio hacia una modernidad liquida donde la base de confianza en uno mismo se llenó de fisuras y quiebres. Hoy en día las personas se mueven sin una idea de destino que les sirva de guía porque se produjo una disolución de lo sólido, de lo estable y lo permanente. El progreso se individualizó al esperar que los sujetos usen su propio ingenio y recursos para crecer y convertirse en alguien. El trabajo ya no es en la mayoría de los casos, un lugar donde uno pueda afirmar un proyecto de vida porque en la actualidad todo y todos son reemplazables y no hay una garantía de nada. Esta época está caracterizada por efímero, lo desechable, donde rige la inestabilidad.
Se podría decir que se está frente al imperio de los trabajos caracterizados por los contratos breves o los no contratos. El futuro se volvió completamente inestable y laberintico donde prima el azar a partir de la inestabilidad y flexibilidad instalando la imposibilidad de anticipar. Hoy por hoy el capital fluye de manera liviana porque todo se encuentra dentro de una computadora o un celular destacándose la velocidad que define a la tecnología actual.
A partir de esto es que se podría pensar que el trabajo no solo genera satisfacciones, sino que también puede provocar malestar y sufrimiento. Esta inestabilidad e incertidumbre afecta a los trabajadores pudiendo generar enfermedades o afecciones tales como ansiedad, depresión, estrés, etc. que afectan al individuo en su totalidad. A su vez, la tecnología contribuye a la no separación entre las horas laborales y la vida personal ya que esta permite que la persona lleve a su casa, vacaciones, etc. tareas laborales.
Byung Chulhan (2015) va a plantear que en la actualidad las personas forman parte de un sistema neoliberal en el cual son ellas mismas las que se autocontrolan y autoexplotan a pesar de creerse libres. Se puede ubicar una coacción interna a partir de la autoexigencia, de la necesidad de aumentar constantemente el rendimiento y del mensaje de optimización y superación personal que gobierna en estos tiempos.
Hoy en día el individuo es capaz de rendir más porque no hay resistencias a la explotación ya que la coacción es interna y ya no proviene de un agente externo a quien se puede criticar y culpabilizar. Ahora quien fracasa se culpa a sí mismo y así es que aparecen los trastornos antes mencionados y las nuevas enfermedades asociadas al exceso de autoexplotación. Se destaca un estado de agotamiento constante ya que ya no se trata de explotar solamente el tiempo de trabajo sino también a la persona y su vida.
Aubert y Gaulejac comentan que el principio de la excelencia y el de la perfección constituyen actualmente dos premisas fundamentales para el funcionamiento interno de la sociedad que empuja a los individuos a ser los mejores, mejores que el resto, pero principalmente que ellos mismos. Hay una interiorización de valores morales que proponen las organizaciones, que genera que las personas trabajen como maquinas porque todas sus acciones serán previsibles al actuar según la cultura de la empresa, la cultura de la excelencia, destacándose una obediencia interna. Por otro lado, estas organizaciones logran crear cierta tensión en el individuo para que ponga su energía el servicio del sistema y así, en base a estas dos cuestiones, conseguir la adhesión al sistema propiamente dicho.
Estos autores mencionan un doble proceso en el cual, por un lado, el individuo intenta dominar cualquier necesidad básica llegando muchas veces al extremo de no comer o no dormir para servir mejor a la organización y constituirse como el trabajador ideal, pero a su vez, el cuerpo que se ha sometido a esas fuertes exigencias para cumplir con la filosofía de la empresa, es consumido por esta que lo usa para alimentarse y regenerarse.
La imposibilidad de fracasar, la vergüenza en el caso que suceda, la necesidad de cumplir con los objetivos impuestos, el miedo a no formar parte de los “exitosos” de la organización, la competencia extrema con compañeros y la indiferencia hacia ellos, es lo que conlleva a las innumerables consecuencias negativas en las cuales se ven inmersos los trabajadores y a la presión del éxito constante.
A partir de lo desarrollado, es que se puede pensar que los altos ideales, el ritmo acelerado que deja por fuera las necesidades biológicas de comer y dormir lo necesario, la sobrecarga de trabajo y la avalancha de tecnología que arrasa, consume a las personas y muchas veces impide diferenciar las horas laborales y la vida personal, es lo contribuye a que gran parte de la población manifieste estrés laboral.
La Organización Internacional del Trabajo [OIT] considera que el estrés laboral es uno de los principales problemas para la salud de los trabajadores y el buen funcionamiento de las organizaciones porque un trabajador estresado suele estar menos motivado, enfermarse más lo que conlleva a aumentar el ausentismo y ser menos productivo.
Un dato que resulta importante para poder comprender el impacto de la problemática, es que en los países industrializados, aunque no se observen efectos positivos, las personas conocen de que se trata el estrés laboral y cada vez se interiorizan más en cómo manejarlo. En cambio, en algunos países en desarrollo, reina el desconocimiento y los individuos no son conscientes de la importancia que conlleva el informarse acerca de esta cuestión y adquirir las herramientas para poder lidiar con este problema que va en ascenso. En América Latina el estrés laboral ya es reconocido como una epidemia, sin embargo, todavía parece no haber interés en regular los riesgos que van más allá de los tradicionales; dejándose de lado otros factores sumamente importantes tales como las largas jornadas laborales, las exigencias de tiempo respecto al trabajo a realizar y la inseguridad laboral, entre otras.
Estos cambios que se dan tanto a nivel mundial como en el país provocan un aumento de demandas y exigencias hacia los trabajadores que al no poder cumplirlas manifiestan estrés laboral. Cuando esta problemática ocurre repetidamente puede ocasionar varios resultados negativos. En primer lugar, afecta a los trabajadores quienes comienzan a tener diversos problemas de salud tanto físicos como psicológicos afectando sus habilidades cognitivas y sus conductas. A su vez, puede dar lugar a comportamientos disfuncionales y en casos extremos propiciar trastornos psiquiátricos.
Según la Organización Mundial de la Salud [OMS], las consecuencias del estrés laboral pueden ser múltiples y pueden incluir desde reacciones fisiológicas, emocionales, cognitivas y conductuales hasta efectos más a largo plazo como depresión, ansiedad, desordenes afectivos, problemas intestinales, fibromialgia y entre otras, los trastornos del sueño, los cuales constituyen una de las variables de esta investigación.
Por último, el estrés laboral no solo afecta a los trabajadores, sino que también puede repercutir en el desempeño de una organización por los costos que genera un creciente ausentismo, reducción en el desempeño y productividad, errores, ineficiencias, aumento en las prácticas laborales inseguras y en las tasas de accidentes, aumento en las quejas de clientes, sustitución de trabajadores ausentes, adiestramiento de trabajadores suplentes, etc. Esto podría afectar directamente la supervivencia de la propia organización.