Filosofía Pòlítica Moderna de Thomas Hobbes

Nos encontramos ante un texto periodístico, denominado ‘El Caos”, perteneciente al Diario Nacional. Fue publicado el día 12 de abril del 2003 y se basó en la Guerra de Irak.

La Guerra de Irak tuvo lugar el 20 de marzo de 2003 y finalizó el 18 de diciembre de 2011. Comienza al organizar los EEUU una coalición multinacional para la invasión de Irak. El Presidente de EEUU, George W. Bush, dio como motivo, que Irak poseía y estaba desarrollando armas de destrucción masiva, que colaboraban con el terrorismo y también había jugado un papel importante la posibilidad de abrir las enormes reservas petroleras de esa nación.

El texto relata el caos al que estaba sometido el país de Irak debido a este conflicto. Se produjo una crisis humanitaria con abusos de derechos humanos, la policía desapareció, había víctimas civiles y refugiados, se destruyeron y robaron algunas piezas arqueológicas; las ciudades no tenían ley. Finamente, EUU ganó la invasión de 2003, sin embargo, se retiró en 2011 mientras Irak era muy inestable.

Thomas Hobbes, filósofo inglés que fue considerado uno de los fundadores de la filosofía política moderna, se esfuerza por explicar las diferentes pasiones humanas como simples movimientos de los órganos sensoriales y del cerebro. En cuanto al desarrollo de las facultades intelectuales entiende que el factor determinante reside en el deseo de poder. Cada persona busca garantizar su propia conservación y la satisfacción de sus propios deseos; esto conduce a la competencia y desconfianza entre todos. La consecuencia que Hobbes deduce de su análisis de la naturaleza humana es que sin un Estado que ejerza su poder sobre todos los hombres vivirían en guerra unos con otros. En esta situación de guerra de todos contra todos, no hay Ley ni justicia y nadie puede asegurarse el fruto de su trabajo ni las condiciones de una vida confortable.

En un principio los humanos vivían en una situación de salvajismo. La idea de Hobbes es que venimos de enfrentamientos atroces, de los cuales ha ido surgiendo poco a poco la estructura social. Hobbes no comparte el punto de vista de seguir con esa vida natural que algunos elogian. La vida de los hombres primitivos era solitaria, pobre, áspera y breve. Entonces, llegamos a la conclusión de que los fuertes imponen a los débiles. Pero los seres humanos, aun los más fuertes, tienen muy poca diferencia de fuerza respecto a los débiles. De ahí surge el comienzo de la vida social, de un temor. Es decir, por muy seguro que esté uno, nunca está seguro si los demás lo amenazan, nadie está seguro si vive rodeado de gente que en un momento u otro puede liquidarle.

Hay que organizar la comunidad a partir de los ciudadanos para quitarse ese miedo que tienen unos por otros. Para ello, cada uno de los ciudadanos tiene que ceder su agresividad, ponerla bajo un manto de un soberano que sea el monopolizador de toda la agresividad humana. Los seres humanos renuncian a su fuerza o violencia y se ponen debajo de un monopolizador de la fuerza y todos pueden vivir sin temor unos a otros aunque, eso sí, temiendo todos ellos al soberano que impone la Ley. La Ley de un acuerdo entre los ciudadanos, el acuerdo de dejar de temer y de ceder su fuerza para no estar constantemente enfrentados unos a otros. De esa reunión de cada uno de los ciudadanos, va surgiendo esa especie de gigantesco ser, hecho de seres humanos, que es el Leviatán; ya no temen porque dentro de él todas las partes están concentradas, unidas y solamente la cabeza coronada es la que dirige y monopoliza la violencia en el conjunto social.

La paz solo puede obtenerse mediante la organización de la sociedad. Hobbes reconoce la existencia de leyes éticas naturales pero entiende que solo son deseables y que sin la institución de un poder que pueda garantizar su cumplimiento carecen de efectividad. La convivencia de los hombres es solo posible mediante un artificio que consiste en establecer un pacto en el que todos se obligan a transferir su derecho de gobernarse a sí mismos eligiendo un hombre o Asamblea que los represente. Para Hobbes, el soberano nunca puede quebrantar el pacto pues este se establece entre los súbditos, unos con otros, y no entre él y cada uno de ellos. Así los actos del soberano no pueden ser considerados injustos por sus súbditos. El soberano en tanto es quién garantiza el imperio de la Ley; no puede ser él mismo juzgado ni castigado. Es él quien establece las normas que rigen el orden de la sociedad y a é le corresponde juzgar recompensar y castigar aunque lo haga arbitrariamente. El súbdito le debe su sumisión absoluta en tanto el soberano cumpla el fin en vistas del cual fue revestido del poder.

La idea de Hobbes es que no importa que tan dañino pueda ser el poder soberano ejercido cruel y caprichosamente; siempre será peor el daño de la anarquía. No obstante, Hobbes establece que cada súbdito es libre en todas aquellas cosas cuyo derecho es intransferible mediante pacto alguno. Por ejemplo, si los hombres convinieran no defender sus propios cuerpos ello carecería de toda validez. Sin embargo, más allá de los particulares casos en los que Hobbes admite algún derecho a la desobediencia queda claro que para él el poder soberano no solo debe ser obedecido, sino que debe quedar más allá de las discusiones y hasta de las habladurías irreverentes.

Por su parte el soberano debe procurar el bien del pueblo mediante la instrucción y mediante las leyes. Hobbes va aun más lejos y condena al soberano, sea en la persona de un rey o de una Asamblea que se niegue a instruir al pueblo.

Las últimas páginas del Leviatán plantean una serie de principios prácticos que alejarían las posibilidades de Guerra Civil: que la justicia sea administrada por igual a ricos y pobres, que se condenen las venganzas privadas, que los impuestos sean equitativos, que el Estado provea a la caridad pública, que los vagos sean obligados a trabajar y que el soberano escoja buenos consejeros.

Aunque el argumento de Hobbes justificaba y defendía el poder absoluto del soberano, no fue recibido sin profundas sospechas por parte de los monárquicos. En primer lugar para las ideas tradicionales, el rey era el dueño de vidas y haciendas de la nación todas por voluntad divina y solo debía rendir cuentas a Dios. Hobbes en cambio, hacía recibir la autoridad estatal en el acuerdo de los ciudadanos, planteaba que originariamente son iguales y libres y que forman una sociedad por consentimiento común. Los gobernantes son aquellos a quien los que componen la sociedad han confiado el poder y la dirección para el bien de la comunidad y de cada uno de sus miembros.

En segundo lugar el soberano, tal y como lo presentaba Hobbes, podía ser tanto un monarca como una Asamblea indistintamente y ello resultaba sospechoso para los realistas. Finalmente, el sometimiento a la voluntad del soberano para Hobbes debía ser total, pero siempre y cuando el soberano estuviese en condiciones de garantizar la seguridad y el orden social. En caso contrario resultaba válido reemplazar al gobernante. Los monárquicos no dejaron de advertir que el punto de vista de Hobbes justificaba la existencia de todo gobierno fuerte y autoritario aunque no se tratase del rey. De hecho, después de la Guerra Civil, el filósofo manifestó su adhesión a Oliver Cromwell.

Hobbes no es un pensador idealista y soñador; es un pensador profundamente realista. Su influencia ha sido extraordinaria porque ha creado las bases fundamentalmente realistas de la comunidad humana, ya que no estamos unidos por lo buenos o generosos que somos, sino porque somos temibles y por lo cual, nos va mejor renunciando a nuestra agresividad que potenciándola. La figura del rey absoluto que lanzo como solución Hobbes, hoy no es compartida por la mayoría de los pensadores políticos. Hobbes pensaba que un monarca absoluto era preferible a una constante Guerra Civil, es decir, que alguien tiene que tener autoridad. De hecho, Hobbes, era un partidario de utilizar la fuerza incluso para imponer las Leyes a aquellos que querían recaer en el antiguo mundo de todos contra todos. Hoy por supuesto las soluciones concretas de Hobbes no son las nuestras, ni pertenecen a nuestras democracias, pero las bases que el sentó y la descripción que hizo de Leviatán, sigue estando vigente. Hobbes, ha influido de una manera extraordinaria en todos los pensadores políticos posteriores.

Según este pensador, los hombres son lobos para los hombres si viven en una falta de ataduras sociales y hace falta para convertirse en compañeros crear una estructura lo suficientemente sólida como para que podamos vivir dentro sin hacernos daño.

«En la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de querella: la competencia, la difidencia y la gloria». Thomas Hobbes.

01 August 2022
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